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lunes, 26 de marzo de 2018

A PESAR DE LAS PREVISIONES METEOROLÓGICAS, UNA TREINTENA DE SENDERISTAS ACUDIERON A LA CITA DE LA RUTA MINAS DE WOLFRAMIO.


Como viene siendo habitual en los últimos años, tras el cambio de horario del mes de marzo, la Concejalía de Deportes del Ayuntamiento de Coria, planificaba la ruta senderista PR CC 3 “Minas de Wolframio” en la misma localidad de Tornavacas, en la comarca del Valle del Jerte.

A pesar de coincidir con la celebración del “Domingo de Ramos” y de contar con una meteorología poco apetecible para la realización de este tipo de actividad, una treintena de senderistas procedentes de Plasencia, San Gil, Tejeda y Coria, nos lanzamos a recorrer los más de dieciséis kilómetros con los que contaba la ruta.

Bajados del autobús pertrechados de chubasqueros, polainas y todo tipo de prendas impermeables, iniciábamos la marcha desde la zona alta del pueblo para bajar a la Fuente de los Mártires, como comenzábamos el ascenso primero por pista y después por una estrecha senda hasta llegar a una derivación que nos posibilitaba subir al mirador Monte de la Cruz, lugar donde se podía divisar el encantador paraje del Valle del Jerte. Desde este punto volvemos de regreso por la senda hasta cruzar un pequeño arroyo que pasa cerca de una antigua prospección, hasta salir al GR 10 para subir al Puerto de Tornavacas. Allí, la ruta atraviesa la carretera N-110 y nos lleva a una antigua mina de wolframio, la de Santa Ana, donde se observan los restos del molino machacadora y las viviendas de los encargados y escribiente. La extracción del mineral wolframio (o tungsteno), conocido en la zona como wólfram, marcó una época y una forma de subsistir en la población de Tornavacas, con su explotación más severa durante la Segunda Guerra Mundial. Existen varias explotaciones de este tipo en toda la comarca, aunque actualmente lo que puede verse son los restos de las excavaciones.



En lo alto del Puerto, a pesar del temporal de agua y nieve que estamos sufriendo, comprobamos la excasa presencia de nieve que se mantenía en la zona, por lo que decidimos continuar el camino que accede a la mina hasta llegar a encontrar una tupida capa de nieve que dificultaba la marcha de los caminantes. Alcanzados los 1.300 metros de altitud retornamos de nuevo al límite de provincia.

La bajada desde el Puerto de Tornavacas hasta el cruce con la ctra. N-110, fue el momento más entretenido de la ruta, pues nos encontramos con una cerrada vegetación paralela al arroyo Martidegundi, que obligaba a los andantes a sortear todo tipo de ramas y escalones que dificultaba el descenso ralentizando la marcha. Tras cruzar la Nacional, muy transitada por el tráfico, continuamos por un camino cementado entre bancales de cerezos propios de la comarca, donde pudimos observar el retraso que este año lleva la conocida floración de los cerezos.

Después de seis horas de ruta, más de dieciséis kilómetros recorridos, y con +725 metros acumulados, llegabamos a la población del punto de partida.

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